Diversas investigaciones han demostrado que existe una acción sencilla que puedes realizar con tu bebé tanto a la hora de la siesta como en el momento de acostarlo por la noche para optimizar su sueño de forma notable.
Un estudio dirigido por Mindell y colaboradores, con más de 10.000 participantes en todo el mundo, reveló que los bebés cuyo entorno contaba con un paso previo al sueño dormían antes, se quedaban dormidos más rápido, interrumpían menos su descanso y acumulaban más horas dormidas que aquellos sin esta rutina.
Un segundo análisis comprobó que, al implantar un ritual similar, los padres observaron mejoras en apenas tres noches. Lejos de tratarse del controvertido método de “dejar llorar al bebé”, el secreto consiste en instaurar una secuencia predecible de actividades que señalicen al pequeño que ha llegado el momento de relajarse y descansar.
En este artículo describiremos con detalle en qué consiste una rutina previa al sueño, cuándo debe iniciarse, cómo adaptarla a cada etapa del desarrollo, y qué elementos incluir, tanto para la noche como para las siestas. También abordaremos el mejor horario de acostarse y las dificultades más habituales, ofreciendo estrategias objetivas y libres de dejar al bebé llorar. Finalmente, añadiremos información práctica actualizada para completar tu plan de acción y asegurar un descanso saludable y seguro.
QUÉ ES LA RUTINA PREVIA AL SUEÑO Y SUS BENEFICIOS
Una rutina previa al sueño es un conjunto de actividades breves y constantes que se repiten cada vez que el bebé necesita dormir. La idea es crear un “código familiar” que trasmite al pequeño la señal de que ha llegado la hora de relajarse y preparar el cuerpo para el descanso. Este concepto se basa en el mismo principio de los rituales nocturnos de los adultos —lavarse los dientes, ponerse el pijama, leer un libro— que ayudan a modular las señales neurológicas hacia el sueño. Entre sus principales beneficios destacan:
- Mayor predictibilidad. Al repetir siempre las mismas acciones, el entorno se vuelve predecible y seguro.
- Reducción de despertares. El bebé se siente más calmado y autorregula mejor su sueño.
- Inicio más rápido del descanso. Al asociar la rutina con el sueño, el tiempo para quedarse dormido disminuye.
- Mejora de la calidad y duración. La relajación previa favorece ciclos de sueño más profundos y continuos.
- Adaptación a cuidadores externos. Al compartir la rutina con guarderías o familiares, el bebé conserva la coherencia en su descanso.
CUÁNDO INICIAR LA RUTINA
El momento óptimo para comenzar a implantar la rutina previa al sueño es tan pronto como tu bebé regresa a casa tras el parto. Sin embargo, si aún no lo has hecho, el siguiente mejor momento es hoy mismo. Cuanto antes establezcas estos rituales, antes el bebé asociará dichas acciones con la hora de relajarse.
- Primeras seis semanas: durante el primer mes y medio basta con una rutina muy breve (1–2 minutos). Puedes envolver al bebé en una manta o muselina limpia y cantarle una canción de cuna corta, como “Estrellita, ¿dónde estás?”, justo antes de acostarlo en brazos, cuna o portabebés.
- A partir de las siete semanas: conviene diferenciar dos rutinas: una para la hora de dormir por la noche y otra para las siestas. Esta división permite adaptar la duración y los estímulos según la etapa de vigilia del bebé, y facilita la coherencia cuando otros cuidadores se encargan de acostarlo.
CÓMO DISEÑAR LA RUTINA NOCTURNA
La rutina nocturna ideal dura entre 10 y 30 minutos y consta de tres bloques:
- Actividades indispensables (5–10 minutos): alimentar, cambiar el pañal, poner el pijama y arropar en saquito, arrullo o saco de dormir.
- Actividades relajantes (5–10 minutos): elegir una o dos de las siguientes opciones:
– Masaje suave con aceite hipoalergénico.
– Baño templado con pocos estímulos.
– Lectura breve de un cuento o tarjeta ilustrada.
– Canto de una nana o canción tranquila mientras se mece.
- Cierre y transición (2–5 minutos): trasladarse al dormitorio, activar ruido blanco, bajar luces y persianas. La última actividad debe realizarse en la habitación para reforzar la asociación con la cuna.
Ejemplo de secuencia: cambio de pañal y masaje; ponerse pijama; alimentación; entrar al cuarto, colocar saquito, encender ruido blanco, apagar luces; terminar cantando una nana y dejar al bebé en la cuna.
RUTINA DE SIESTAS
La rutina de siestas se ajusta al mismo esquema, pero de forma abreviada (5–15 minutos) y con menor intensidad de estímulos:
- Cambio de pañal y colocación del saquito o muselina.
- Bajar persianas o cortinas y encender ruido blanco a volumen moderado (≤50 dB).
- Canción de cuna breve o caricia suave mientras se mece.
- Último paso en la habitación, dejando al bebé en la cuna.
El éxito de la siesta depende del momento de inicio: demasiado pronto y el bebé luchará contra el sueño; demasiado tarde y estará tan cansado que necesitará más tiempo para calmarse. Observa sus señales de somnolencia, ten en cuenta sus periodos de vigilia adecuados según la edad y ajusta la rutina en consecuencia.
HORA DE ACOSTARSE Y NECESIDADES DE SUEÑO
La edad del bebé define su ventana ideal de sueño nocturno:
– Hasta 3 meses: la hora de dormir puede situarse entre las 22:00 y las 23:00.
– 3–4 meses: se adelanta y se estabiliza dentro de una franja de 30 minutos.
– A partir de 4 meses: suele oscilar entre las 19:00 y las 20:00, aunque conviene respetar el ritmo familiar.
La mayoría de bebés mayores de tres meses requieren entre 10 y 12 horas de sueño nocturno. Siempre que la hora de acostarse sea consistente en una ventana de 30 minutos y se alcance ese rango, el horario (más temprano o más tarde) se considera apropiado.
DESAFÍOS COMUNES Y ESTRATEGIAS
Aunque la rutina previa al sueño allana el camino hacia un descanso más sereno, es habitual enfrentar:
– Despertares frecuentes. Mantén la coherencia del ritual aunque despierten: una breve repetición de la última actividad ayuda a reanudar el sueño.
– Episodios de llanto repentino. Atender al bebé con voz calmada y contacto físico, siguiendo la secuencia establecida sin prolongar el tiempo de vigilia.
– Rechazo a la cuna. Introduce progresivamente sesiones de reposo fuera de brazos, siempre bajo el mismo ritual y en la misma habitación.
– Regresión de los 4 meses. Añade paciencia y refuerza la rutina: en estas etapas los patrones de sueño cambian y requieren un reajuste de estímulos y horarios.
Estas estrategias permiten abordar los desafíos sin recurrir al método de dejar llorar, protegiendo el vínculo afectivo y la seguridad del bebé.
INFORMACIÓN ADICIONAL ACTUALIZADA
Según la Academia Americana de Pediatría y estudios recientes:
– Temperatura ideal de la habitación: 20 °C–22 °C para reducir el riesgo de sobrecalentamiento.
– Luz recomendada: luz tenue o luz ámbar (filtro rojo) para no interferir en la producción de melatonina.
– Ruido blanco: nivel máximo de 50 dB, suficiente para enmascarar ruidos domésticos sin dañar la audición.
– Exposición a luz natural: al menos 30 minutos por la mañana para reforzar el ritmo circadiano, especialmente en bebés mayores de seis meses.
– Seguridad en la cuna: evitar peluches, mantas sueltas y almohadas; siempre colocar al bebé boca arriba.
– Investigación adicional: revisa guías de la Organización Mundial de la Salud y la International Baby Sleep Association para recomendaciones sobre swaddling, rutinas de sueño y desarrollo neurológico.
Implementar estos consejos junto a una rutina previa al sueño coherente garantiza un descanso de calidad, seguro y alineado con los últimos hallazgos científicos.




